jueves, 9 de febrero de 2012

Cañasterapia, el último recorte

A mis vecinos les pueden aplastar con subidas de impuestos, les pueden bajar el sueldo o robar la Caja de Ahorros y entregársela a bancos y manos de otros pagos. Nadie dirá nada, ni pío. Pero si un buen día se decide que los sábados a mediodía quedan prohibidas las cañas, las concentraciones en los bares de barrio, gente que bebe cerveza en las terrazas o de pie a la puerta de los locales, ahí es donde se va a armar la marimorena. Lo normal será que pase como cuando se intentó ordenar los horarios de la Madrila, arderá Troya con el Ayuntamiento dentro de esa hoguera.
Es el último reducto que nos queda, esas 'Cancelas' al lado de la 'Plazi', esos 'Champis', ese ir a echar la porra y tomarte dos cañas al calor de una conversación trivial pero muy acogedora. Durante años de ficticia prosperidad yo he visto cosas que vosotros no creeríais, talleres de risoterapia más allá de Orión. He visto chocolaterapia, cerca de la puerta de Mérida. Todos esos momentos fueron subvencionados y se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Incluso vi un taller de onanismo pagado con dinero de la Junta. Pero la verdadera terapia de los cacereños es la 'Cañasterapia', en bar de barrio o en campito en la montaña, da igual si tienes niños pequeños o no, la llegada del sábado a las 12, implica ponerse guapo y salir allí donde te esperen tus amigos, los sábados son los nuevos domingos de misa y traje de bonito.
No puedes afrontar otra oscura semana, sin haber salido el sábado a tomar unas cañas con sus 'sine qua non' pinchos y haberlas alargado en función de tus obligaciones paterno-filiales. El primer gin tonic marca la frontera.
Ahí no se atreverán.

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